01_ En los años 70 del siglo pasado, en uno de los muchos intentos por "contener" la inflación en Brasil, Médici y Delfim congelaron los precios de los servicios públicos en Río de Janeiro. En esa época, la inflación se medía solo en Río y se consideraba válida para todo el país. Los servicios de agua y alcantarillado de la entonces Compañía de Aguas y Compañía de Esgotos de Guanabara (Cedag y Esag, respectivamente) —ambas con grandes deudas ante el Banco Mundial (BM) y el Interamericano (BID), originadas de los financiamientos al sistema Guandu y a los emisarios oceánicos de alcantarillado— reaccionaron a la situación creando una "tarifa básica". La tasa fue congelada, como quería Brasilia, pero se le añadieron "escalones crecientes" para reequilibrar financieramente la recaudación, generando una especie de subsidio cruzado interno.
02_ En ese momento, se argumentó que sería una forma de redistribución de ingresos, ya que quienes consumían más agua eran los más ricos. Una fake news que permanece hasta hoy, porque los hogares más pobres son los que, en general, tienen más residentes. En la práctica, el modelo tarifario aumentó considerablemente la recaudación y dificultó visualizar los aumentos. Así, los bancos comenzaron a recibir, con holgura, sus préstamos y a apoyar esta estructura de forma entusiasta, difundiéndola por el mundo.
03_ Al principio, los "escalones" eran más tímidos. Hoy no. El mismo metro cúbico (m³) de agua cobrado en Río varía más de siete veces, dependiendo del destinatario. Establecimientos industriales y comerciales pagan más que las residencias. Y el volumen y el precio del m³ del servicio de alcantarillado acompañan al de agua. Por ejemplo, en agosto de 2023 (Águas do Rio, zona sur), un consumo de 30 m³/mes (4 personas/casa a 250 litros por habitante por día) generaba una factura de aproximadamente R$ 540. Para 6 personas (45 m³/mes) sería de R$ 1,040. Un aumento del 50% en el consumo (de 4 a 6 personas) representa casi un 100% de aumento en la factura. En Sabesp, Copasa-MG y en casi todos los lugares es más o menos lo mismo.
04_ Son tarifas difíciles de entender, gestionar y auditar. Peor aún, los signos de precios son tan equívocos que inducen a buscar alternativas que, en un entorno tarifario equilibrado, no tendrían sentido. Por ejemplo, la contratación de camiones cisterna y la perforación de pozos son alternativas que amenazan la salud —no siempre el agua es potable— y no tienen sentido económico: el agua transportada por las tuberías debería costar menos.
05_ Si se tratara de hacer "justicia social" a través del cobro de agua y alcantarillado (saneamiento), sería mejor cobrar por la disponibilidad de los servicios a todos los inmuebles, incluidos los terrenos y casas vacías. Desde luego, siempre que haya tuberías disponibles frente al inmueble. Tal vez, por la distancia de la captación, en Santana (São Paulo) y Campo Grande (Río) sería más barato que en los Jardines o en Ipanema, después de todo, Santana está más cerca del Guaraú; y Campo Grande, del Guandu. Cobrar un precio fijo por m³ medido por el hidrómetro, sin "escalones" (agua + alcantarillado) es un camino obvio que terminará sucediendo, para que el m³ promedio sea más barato.
06_ Las necesidades sociales no deben y no pueden ser ignoradas. Existe una llamada "tarifa social", con un valor de alrededor de R$ 50/mes, siempre que gaste menos de 15 m³/mes, subsidiada por las tarifas normales. Sería mejor si el subsidio se otorgara en forma, por ejemplo, de un "vale agua".
07_ Finalmente, la transición de la estructura actual a una más racional debe ser estudiada y aplicada cautelosa y gradualmente, para no causar desequilibrios financieros.
Miguel Fernández y Fernández
Ex-ingeniero de SABESP, presidente de AQUACON, director regional del Instituto de Ingeniería, socio de ABES (Asociación Brasileña de Ingeniería Sanitaria) desde 1970 y ocupa la silla 101 de la Academia Nacional de Ingeniería.
Texto con 3.520 caracteres, Ra, 2024 abr 10, Artículo publicado en la Revista del IE ago 2024, págs. 78 y 79."
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